la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos


Alejandra Pizarnik


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Clarice Lispector entrevista a Tom Jobim: Conversación medio en serio con Tom Jobim: “La creación musical en mí es compulsiva” – “A criação musical em mim é compulsória” / entrevista de Clarice Lispector (español-português) / Traducción Viviana Marcela Iriart / Jornal do Brasil, 3-10-17 de julio de 1971 / Traducción Viviana Marcela Iriart






"Brasil, a pesar de todo, es un país de alma extremadamente libre. "





3  de julio de 1971

Tom Jobim fue mi padrino en el Primer Festival de Escritores, no recuerdo en que año, en el lanzamiento de mi novela La manzana en la oscuridad (A maçã no escuro). Y en nuestro stand él hacía bromas: sostenía el libro en la mano y preguntaba:

-¿Quién lo compra? Quién quiere comprar?

No sé, pero el tema es que vendí todos los ejemplares.

Un día, hace algún tiempo, Tom vino a visitarme: hacía años que no nos veíamos. Era el mismo Tom: bonito, simpático, con el aire de pureza que él tiene, con los cabellos medios caídos en la frente. Un whisky y una conversación que se fue volviendo más seria.

Reproduciré literalmente nuestros diálogos (tomé notas, él no se incomodó).

- Tom, ¿cómo encaras el problema de la madurez?

- Hay un verso de Drummond que dice: “La madurez, este horrible regalo…”. No sé, Clarice, me siento más capaz, pero también más exigente.

- No haces mal, exiges bien.

- Con la madurez, tengo conciencia de una serie de cosas que antes no tenía, incluso los instintos, los más espontáneos pasan por ese filtro. La policía del espacio está presente, esa policía que es la verdadera policía de las personas. He notado que la música está cambiando con los medios de divulgación, con la pereza de ir al Teatro Municipal.  Quiero hacerte esa pregunta en relación con la lectura de libros, pues hoy en día se está escuchando televisión y radio a pilas, medios inadecuados. Toda la música erudita y más seria que escribí está en un cajón. Que no haya malos entendidos: a la música popular la considero súper seria. ¿Será que hoy en día las personas están leyendo tanto como yo leía cuando era un muchacho, teniendo el hábito de ir a la cama con un libro antes de dormir? Porque siento una especie de falta de tiempo de la humanidad – lo que va a llegar es la lectura dinámica. ¿Qué es lo que tú crees?

- Sufro si eso llega a pasar, que alguien lea mis libros con el método dinámico de pasar rápidamente las páginas. Los escribí con amor, atención, dolor e investigación y  quería de vuelta como mínimo una atención completa. Una atención y un interés como el tuyo, Tom. Y entretanto lo  cómico es que yo no tengo más paciencia para leer ficción.

- ¡Pero eso es una negación de ti misma, Clarice!

- No, mis libros, felizmente para mí, no están repletos de hechos, y sí de la repercusión de los hechos en el individuo. Hay quien dice que la música y la literatura van a acabarse. ¿Sabes quién dijo eso? Henry Miller.  No sé si él quería decir ahora o de aquí a 300 o 500 años. Pero yo pienso que nunca acabarán.

Risa feliz de Tom:

-¡Pues yo también pienso  lo mismo que tú!

-Creo que el sonido de la música es imprescindible para el ser humano y que el uso de la palabra hablada y escrita es como la música, dos de las cosas más altas que nos elevan del reino de los monos, del reino animal.

-¡Y mineral también y vegetal también! (Él se ríe)  Pienso que soy un músico que cree en palabras. Leí ayer tus textos “O búfalo” y “A imitação da rosa”.

-Sí, pero a veces es la muerte.

- La muerte no existe, Clarice.  Tuve una experiencia que me reveló eso. Así como tampoco existe el yo, ni el pequeño yo ni el grande yo. Aparte de esa experiencia que no voy a  contar, temo a la muerte las 24 horas del día. La muerte del yo, te lo juro, Clarice, porque yo la vi.

-¿Tú crees en la reencarnación?

-No sé. Dicen los hindúes que solamente puede entender la reencarnación quien tiene conciencia de las varias vidas que vivió. Evidentemente, este no es mi punto de vista: si la reencarnación existe, sólo puede ser por un despojamiento.

-De ahí entonces el epígrafe de uno de mis libros: es una frase de Bernard Berenson, crítico de arte: “Una vida completa tal vez sea aquella que termina  en una identificación tan grande con el no-yo que no queda un yo para morir.”

-Eso es muy bonito -dijo Tom-  es el despojamiento. Pero caí en una trampa porque sin el yo, yo me negué como persona. Y si nosotros negamos cualquier pasaje de un yo para el otro, y esto es lo que significa  la reencarnación, entonces la estamos negando.

-No estoy entendiendo nada de lo que estamos hablando pero tiene sentido. ¡Cómo podemos hablar de lo que no entendemos! Vamos a ver si en la próxima reencarnación nosotros dos nos encontraremos.



10 de julio de 1971

Después hablamos sobre el hecho de que la sociedad industrial organiza y despersonaliza demasiado la vida. Y si no cabía a los artistas el papel de preservar no solamente la alegría del mundo sino también la conciencia del mundo.

-Estoy en contra del arte del consumo. Claro, Clarice, que yo amo el consumo… Pero desde el momento en que la estandarización de todo acaba con la alegría de vivir, estoy en contra de la industrialización. Estoy a favor de la tecnología que facilita la vida humana, pero jamás de la tecnología que domina a la especie humana. Claro, los artistas deben preservar la alegría del mundo. Aunque el arte está tan alienado y solamente da tristeza al mundo. Pero no es culpa del arte, porque el arte tiene el papel de reflejar el mundo. El arte refleja y es honesto. ¡Viva Oscar Niemeyer y viva Villa-Lobos! ¡Viva Clarice Lispector! ¡Viva Antônio Carlos Jobim! El nuestro es un arte que denuncia. Tengo sinfonías y músicas de cámara que no se conocen.

-¿Tú no crees que tienes el deber de hacer la música que te pide tu alma? Por las cosas que dijiste, ¿supongo que significa que lo mejor de nuestro trabajo está hecho para las elites?

-Evidentemente que nosotros, para expresarnos, tenemos que recurrir al lenguaje de las elites, elites éstas que no existen en Brasil… He aquí el grande drama de Carlos Drummond de Andrade y Villa-Lobos.

- ¿Para quién compones tú, para quién escribo yo, Tom?

-Pienso que no nos fue preguntado nada al respecto y, desprevenidos, escuchamos mientras tanto la música y la palabra, sin tenerlas realmente aprendido de nadie. No pudimos escoger: tú y yo trabajamos con la inspiración. De nuestra ingrata arcilla es que está  hecho el yeso. Ingrata incluso con nosotros mismos. La crítica que haría, Clarice, en este confortable apartamento en Leme, es que nosotros somos seres extraños que solamente aparecen en determinadas alturas. Nosotros deberíamos darnos más, a toda hora, indiscriminadamente. Hoy, cuando leo una partitura de Stravinsky, siento aún más las ganas irreprimibles de estar con el pueblo, aunque la cultura  botada por la puerta entre  por las ventanas – le estoy robando esta frase a C.D.A.


-¿Tal vez porque todos nosotros somos parte de una generación fracasada?

-No estoy de acuerdo contigo para nada.

-Es que siento que nosotros llegamos al umbral de las puertas que estaban abiertas – y por miedo o por no sé qué, no atravesamos plenamente esas puertas. Y mientras tanto, ellas ya tienen grabados nuestros nombres. Cada persona tiene una puerta con su nombre grabado, Tom, y es sólo a través de ella que esa persona perdida puede entrar y encontrarse.


-Tócala y se abrirá para ti.

-Voy a confesarte algo, Tom, sin el menor vestigio de mentira: siento que si hubiese tenido coraje, ya hubiera atravesado mi puerta, y sin miedo de que me llamasen loca. Porque existe un nuevo lenguaje tanto musical como escrito, y nosotros dos seríamos los legítimos representantes de las puertas angostas que nos pertenecen. En resumen y sin vanidad: estoy simplemente diciendo que nosotros dos tenemos una vocación que cumplir. ¿Cómo se procesa en ti la elaboración musical que termina en creación? Estoy simplemente mezclando todo pero no es culpa mía, Tom, ni tuya: es que nuestra conversación está medio psicodélica.

- La creación musical en mí es compulsiva. Las ansias de libertad se manifiestan en ella.


-¿Libertad interna o externa?

-La libertad total. Si como hombre fui un pequeño-burgués adaptado, como artista me vengué en las amplitudes del amor. Discúlpame, no quiero más whisky por causa de mi voracidad, lo que tengo es que beber cerveza porque ella  llena los grandes vacíos del alma. O por lo menos impide la embriaguez súbita. Me gusta beber sólo de vez en cuando. Me gusta tomar una cerveza pero no me gusta estar borracho.


Fue debidamente providencial la ida de la empleada para comprar cerveza.



17 de julio de 1971

-Tom, toda persona muy conocida, como tú, es en el fondo un gran desconocido. ¿Cuál es tu fase oculta?

-La música. El ambiente era competitivo, y yo habría tenido que matar a mi colega o a mi hermano para sobrevivir. El mundo del espectáculo me sonó falso. El piano en el cuarto oscuro me ofrecía una posibilidad de armonía infinita. Esta es mi fase oculta. Mi fuga, mi timidez, me llevaron inadvertidamente, contra mi voluntad, a los reflectores del Carnegie Hall. Siempre huí del éxito, Clarice, como el diablo huye de la cruz. Siempre quise ser aquel que no está en el escenario. El piano me ofrecía, de vuelta de la playa, un mundo insospechado, de amplia libertad –las notas estaban todas disponibles y yo vislumbré que se abrían todos los caminos, que todo era lícito, y que podría ir a cualquier lugar siempre que fuese íntegro. Súbitamente, aquello que se le ofrece a un menor púber, el grande sueño de amor estaba allá y este sueño tan inseguro era seguro, ¿no es así Clarice? ¿Sabes que la flor no sabe que es flor? Yo me perdí y me gané y mientras tanto soñaba, a través de  la cerradura, con los senos de mi empleada. Eran lindos los senos de ella a través del hueco de la cerradura.

-Tom, ¿tú serías capaz de improvisar un poema que sirviese de letra para una canción?


Él asintió y, después de una pequeña pausa, me dictó lo que sigue:

Tus ojos verdes son mayores que el mar.
Si un día yo fuese tan fuerte como tú te
despreciaría y viviría en el espacio.
O tal vez entonces te amaría.
¡Ay! qué nostalgia me da de la vida que nunca tuve.


-¿Cómo es que sientes que va a nacer una canción?

-Los dolores de parto son terribles. Golpearme la cabeza contra la pared, angustia, lo innecesario de lo necesario, son los síntomas de una nueva música naciendo. Me gusta más una música cuanto menos trabajo en ella. Cualquier resquicio de savoir-faire me aterra.

-Gauguin, que no es mi predilecto, dijo una cosa que no se debe olvidar, por más dolor que ella nos traiga. Es lo siguiente: “Cuando tu mano derecha sea hábil, pinta con la izquierda; cuando la izquierda sea hábil,  pinta con los pies”. ¿Esto responde a tu terror del savoir-faire?

-Para mí la habilidad es muy útil pero en última instancia la habilidad es inútil. Sólo la creación satisface. Verdad o mentira, yo prefiero una creación difícil que diga algo, antes que una creación hábil que no diga nada.

-¿Eres tú quien escoge a los intérpretes y colaboradores?

-Cuando puedo escoger a los intérpretes, los escojo. Pero la vida es muy agitada. Me gusta colaborar con las personas que amo, Vinicius, Chico Buarque, João Gilberto, Newton Mendonça, etc. ¿Y tú?

-Es parte de mi profesión estar siempre sola, sin cantantes y sin colaboradores. Mira, todas las veces  que terminé de escribir un libro o un cuento pensé, con desesperación y con toda certeza, de que nunca más escribiría nada. ¿Tú qué sensación tienes cuando acabas de dar a luz una canción?

-Exactamente la misma. Siempre pienso que morí después de los dolores de parto.


Vino la cerveza.


-La cosa más importante del mundo es el amor, la cosa más importante para la persona como individuo es la integridad del alma, incluso si externamente ella parece sucia. Cuando ella dice que sí, es sí, cuando ella dice que no, es no. Y duérmete con un barullo de esos. A pesar de todos los santos, a pesar de todos los dólares. En cuanto a qué es el amor, amor es darse, darse, darse. Darse no de acuerdo con el yo de cada persona –mucha gente piensa que se está dando y no está dando nada – sino de acuerdo con el yo de la persona amada. Quien no se da, a sí mismo se detesta y  a sí mismo se castra. El amor solitario es una estupidez.

-¿Hubo algún momento decisivo en tu vida?

-Sólo hubo momentos decisivos en mi vida. Inclusive ir, a los 36 años, a los Estados Unidos por decisión de Itamaraty, a mí que me gustaba, ya en esa época, el  pijama rayado, la mecedora de mimbre y el cielo azul con nubes diseminadas.

-Muchas veces, en las creaciones en cualquier género, se puede encontrar la tesis, antítesis y síntesis. ¿Sientes esto en tus canciones? Piensa.

-Siento muchísimo eso. Soy un matemático amoroso, carente de amor y de matemática. Sin forma no hay nada. Incluso en el caos hay forma.

-¿Cuáles fueron las grandes emociones de tu vida como compositor y en tu vida personal?

-Como compositor ninguna. En mi vida personal, el descubrimiento del yo y del no-yo.

-¿Cuál es el tipo de música brasilera que tiene éxito en el exterior?

-Todos los tipos. El Viejo Mundo, Europa y Estados Unidos están completamente desbordados de temas, de fuerza, de virilidad. Brasil, a pesar de todo, es un país de alma extremadamente libre. Él  conduce a la creación, él  es cómplice con los grandes estados del alma.

Jornal do Brasil
Entrevista publicada en tres partes los días
3,10 y 17 de julio de 1971
Traducción  Viviana Marcela Iriart

Incluida en los  libros de Clarice Lispector:
“Descoberta do Mundo” (Editora Francisco Alves 1994) 
De Corpo Inteiro” (Artenova, 1975)


Fuente: Tom Jobim


Conversa Meio A Sério Com Tom Jobim: 
 “A criação musical em mim é compulsória” 

entrevista de Clarice Lispector 

Jornal do Brasil, 3-10-17 julho de 1971 


 

  "O Brasil, apesar de tudo, é um país de alma extremamente livre"




3 de julho de 1971 

 Tom Jobim foi o meu padrinho no  Primeiro  Festival de Escritores, não lembro em que ano, no lançamento de meu romance “A maçã no escuro”. E na nossa barraca ele fazia brincadeiras: segurava o livro na mão e perguntava:

- Quem compra? Quem quer comprar?

Não sei, mas o fato é que vendi todos os exemplares.
Um dia, faz algum tempo, Tom veio me visitar: há anos que não nos víamos. Era o mesmo Tom: bonito, simpático, com o ar de pureza que ele tem, com os cabelos meio caídos na testa. Um uísque e conversa que foi ficando mais séria. Reproduzirei literalmente nossos diálogos (tomei notas, ele não se incomodou).

- Tom, como é que você encara o problema da maturidade?

- Tem um verso do Drummond que diz: “A madureza, esta horrível prenda...” Não sei, Clarice, a gente fica mais capaz, mas também mais exigente.

- Não faz mal, a gente exige bem.

-Como a maturidade, a gente passa a ter consciência de uma série de coisas que antes não tinha mesmo os instintos, os mais espontâneos passam pelo filtro. A polícia do espaço está presente, essa polícia que é a verdadeira polícia da gente. Tenho notado que a música vem mudando como os meios de divulgação, com a preguiça de se ira o Teatro Municipal. Quero te fazer esta pergunta a respeito da leitura de livros, pois hoje em dia estão ouvindo televisão e rádio de pilha, meios inadequados.  Tudo o que escrevi de erudito e mais sério fica na gaveta. Que não haja mal-entendido: a música popular considera-a seriíssima. Será que hoje em dia as pessoas estão lendo como eu lia quando garoto, tendo o hábito de ir para a cama com um livro antes de dormir? Porque sinto uma espécie de falta de tempo da humanidade – o que vai entrar mesmo é a leitura dinâmica  . Que é o que você acha?

-Sofro se isso acontecer, que alguém leia meus livros apenas no método do vira-depressa-a-página dinâmico. Escrevi-os com amor, atenção, dor e pesquisa e queria de volta como mínimo uma atenção completa. Uma atenção e um interesse como o seu Tom. E no entanto o cômico é que eu não tenho mais paciência de ler ficção.

- Mas aí você está se negando, Clarice!

- Não, meus livros, felizmente para mim, não são superlotados de fatos, e sim da repercussão dos fatos no indivíduo. Há quem diga que a música e a literatura vão acabar. Sabe quem disse isso? Henry Miller. Não sei se ele queria dizer para já ou para daqui a 300 ou 500 anos. Mas eu acho que nunca acabarão.

Riso feliz de Tom:

- Pois eu, sabe, também acho!


- Acho que o som da música é imprescindível para o ser humano e que o uso da palavra falada e escrita é como a música, duas coisas das mais altas que nos elevam do reino dos macacos, do reino animal. 

- E mineral também, e vegetal também! (Ele ri.) Acho que sou um músico que acredita em palavras. Li ontem o teu O búfalo e A imitação da rosa. 

- Sim, mas é a morte às vezes. 

- A morte não existe, Clarice. Tive uma experiência que me revelou isso. Assim como também não existe o eu nem o euzinho nem o euzão. Fora essa experiência que não vou contar, temo a morte 24 horas por dia. A morte do eu, eu te juro, Clarice, porque eu vi. 

- Você acredita na reencarnação? 

- Não sei. Dizem os hindus que só entende de reencarnação quem tem consciência das várias vidas que viveu. Evidentemente, não é o meu ponto de vista: se existe reencarnação, só pode ser por um despojamento. 

-Dei-lhe então a epígrafe de um de meus livros: é uma frase de Bernard Berenson, crítico de arte: "Uma vida completa talvez seja aquela que termina em tal identificação com o não-eu que não resta um eu para morrer." 

- Isto é muito bonito - disse Tom - é o despojamento; Caí numa armadilha porque sem o eu, eu me neguei. Se nos negamos qualquer passagem de um eu para outro, o que significa reencarnação, então a estamos negando. 

- Não estou entendendo nada do que estamos falando mas faz sentido. Como podemos falar do que não entendemos! Vamos ver se na próxima reencarnação nós dois nos encontraremos.


10 de julho de 1971


Depois falamos sobre o fato de que a sociedade industrial organiza e despersonaliza demais a vida. E se não cabia aos artistas o papel de preservar não só a alegria do mundo como a consciência do mundo. 

- Sou contra a arte de consumo. Claro, Clarice, que eu amo o consumo... Mas do momento em que a estandardização de tudo tira a alegria de viver, sou contra a industrialização. Sou a favor do maquinismo que facilita a vida humana, jamais a máquina que domina a espécie humana. Claro, os artistas devem preservar a alegria do mundo. Embora a arte ande tão alienada e só dê tristeza ao mundo. Mas não é culpa da arte porque ela tem o papel de refletir o mundo. Ela reflete e é honesta. Viva Oscar Niemeyer e viva Villa-Lobos! Viva Clarice Lispector! Viva Antônio Carlos Jobim! A nossa é uma arte que denuncia. Tenho sinfonias e músicas de câmara que não vêm à tona. 

- Você não acha que é seu dever o de fazer a música que sua alma pede? Pelas coisas que você disse, suponho que significa que o nosso melhor está dito para as elites? 

- Evidentemente que nós, para nos expressarmos, temos que recorrer à linguagem das elites, elites estas que não existem no Brasil... Eis o grande drama de Carlos Drummond de Andrade e Villa-Lobos. 

- Para quem você faz música e para quem eu escrevo, Tom? 

- Acho que não nos foi perguntado nada a respeito e, desprevenidos, ouvimos no entanto a música e a palavra, sem tê-las realmente aprendido de ninguém. Não nos coube a escolha: você e eu trabalhamos sob uma inspiração. De nossa ingrata argila de que é feito o gesso. Ingrata mesmo para conosco. A crítica que eu faria Clarice, nesse confortável apartamento no Leme, é de sermos seres rarefeitos que só se dão em determinadas alturas. A gente devia se dar mais, a toda hora, indiscriminadamente. Hoje quando leio uma partitura de Stravinsky ainda mais sinto uma vontade irreprimível de estar com o povo, embora a cultura jogada fora volte pelas janelas - estou roubando C.D.A. 

- Talvez porque nós todos sejamos parte de uma geração quem sabe se fracassada? 

- Não concordo absolutamente. 

- É que sinto que nós chegamos ao limiar de portas que estavam abertas - e por medo ou pelo que não sei, não atravessamos plenamente essas portas. Que no entanto têm nelas já gravado o nosso nome. Cada pessoa tem uma porta com seu nome gravado, Tom, e é só através dela que essa pessoa perdida pode entrar e se achar. 

Batei e abrir-se-vos-á. 

- Vou confessar a você, Tom, sem o menor vestígio de mentira: sinto que se eu tivesse tido coragem mesmo, eu já teria atravessado a minha porta, e sem medo de que me chamassem de louca. Porque existe uma nova linguagem, tanto a musical quanto a escrita, e nós dois seríamos os legítimos representantes das portas estreitas que nos pertencem. Em resumo e sem vaidade: estou simplesmente dizendo que nós dois temos uma vocação a cumprir. Como se processa em você a elaboração musical que termina em criação? Estou simplesmente misturando tudo mas não é culpa minha, Tom, nem sua: é que nossa conversa está meio psicodélica. 
 
- A criação musical em mim é compulsória. Os anseios de liberdade nela se manifestam. 

- Liberdade interna ou externa? 

- A liberdade total. Se como homem fui um pequeno-burguês adaptado, como artista me vinguei nas amplidões do amor. Você desculpe, eu não quero mais uísque por causa de minha voracidade, tenho é que beber cerveja porque ela locupleta os grandes vazios da alma. Ou pelo menos impede a embriaguez súbita. Gosto de beber só de vez em quando. Gosto de tomar uma cerveja mas de estar bêbado não gosto. 


Foi devidamente providenciada a ida da empregada para comprar cerveja.


17 de julho de 1971


- Tom, toda pessoa muito conhecida, como você, é no fundo o grande desconhecido. Qual é a sua face oculta? 

- A música. O ambiente era competitivo, e eu teria que matar meu colega e meu irmão para sobreviver. O espetáculo do mundo me soou falso. O piano no quarto escuro me oferecia uma possibilidade de harmonia infinita. Esta é a minha face oculta. A minha fuga, a minha timidez me levaram inadvertidamente, contra a minha vontade, aos holofotes do Carnegie Hall. Sempre fugi do sucesso, Clarice, como o diabo foge da cruz. Sempre quis ser aquele que não vai ao palco. O piano me oferecia, de volta da praia, um mundo insuspeitado, de ampla liberdade - as notas eram todas disponíveis e eu antevi que se abriam os caminhos, que tudo era lícito, e que poderia ir a qualquer lugar desde que fosse inteiro. Subitamente, sabe, aquilo que se oferece a um menor púbere, o grande sonho de amor estava lá e este sonho tão inseguro era seguro, não é Clarice ? Sabe que a flor não sabe que é flor? Eu me perdi e me ganhei, enquanto isso sonhava pela fechadura com os seios de minha empregada. Eram lindos os seios dela através do buraco da fechadura. 

- Tom, você seria capaz de improvisar um poema que servisse de letra para uma canção? 

Ele assentiu e, depois de uma pequena pausa, me ditou o que se segue: 

Teus olhos verdes são maiores que o mar.
Se um dia eu fosse tão forte quanto você eu te desprezaria e viveria no espaço.
Ou talvez então eu te amasse.
Ai! que saudades me dá da vida que nunca tive! 

- Como é que você sente que vai nascer uma canção? 

- As dores do parto são terríveis. Bater com a cabeça na parede, angústia, o desnecessário do necessário, são os sintomas de uma nova música nascendo. Eu gosto mais de uma música quanto menos mexo nela. Qualquer resquício de savoir-faire me apavora. 

- Gauguin, que não é meu predileto, disse uma coisa que não se deve esquecer, por mais dor que ela nos traga. É o seguinte: "Quando tua mão direita estiver hábil, pinta com a esquerda; quando a esquerda ficar hábil, pinta com os pés". Isso responde ao seu terror do savoir-faire?

- Para mim a habilidade é muito útil mas em última instância a habilidade é inútil. Só a criação satisfaz. Verdade ou mentira, eu prefiro uma forma torta que diga, do que uma forma hábil que não diga. 

- Você é quem escolhe os intérpretes e os colaboradores? 

- Quando posso escolher intérpretes, escolho. Mas a vida veio muito depressa. Gosto de colaborar com quem eu amo, Vinícius, Chico Buarque, João Gilberto, Newton Mendonça, etc. E você? 

- Faz parte de minha profissão estar mesmo sempre sozinha, sem intérpretes e sem colaboradores. Escute, todas as vezes em que eu acabei de escrever um livro ou um conto, pensei com desespero e com toda a certeza de que nunca mais escreveria nada. Você, que sensação tem quando acaba de dar à luz uma canção? 

- Exatamente a mesma. Eu sempre penso que morri depois das dores do parto. 

Veio a cerveja. 

- A coisa mais importante do mundo é o amor, a coisa mais importante para a pessoa como indivíduo é a integridade da alma, mesmo que no exterior ela pareça suja. Quando ela diz que sim, é sim, quando ela diz que não, é não. E durma-se com um barulho desses. Apesar de todos os santos, apesar de todos os dólares. Quanto ao que é o amor, amor é se dar, se dar, se dar. Dar-se não de acordo com o seu eu - muita gente pensa que está se dando e não está dando nada - mas de acordo com o eu do ente amado. Quem não se dá, a si próprio detesta, e a si próprio se castra. Amor sozinho é besteira. 

- Houve algum momento decisivo na sua vida? 

- Só houve momentos decisivos na minha vida. Inclusive ter de ir, aos 36 anos, aos Estados Unidos, por força do Itamarati, eu que gostava já nessa época de pijama listrado, cadeira de balanço de vime, e o céu azul com nuvens esparsas. 

- Muitas vezes, nas criações em qualquer domínio, podem-se notar tese, antítese e síntese. Você sente isso nas suas canções? Pense. 

- Sinto demais isso. Sou um matemático amoroso, carente de amor e de matemática. Sem forma não há nada. Mesmo no caótico há forma. 

- Quais foram as grandes emoções de sua vida como compositor e na sua vida pessoal?

- Como compositor nenhuma. Na minha vida pessoal, a descoberta do eu e do não-eu. 

- Qual é o tipo de música brasileira que faz sucesso no exterior? 

- Todos os tipos. O Velho Mundo, Europa e Estados Unidos estão completamente exauridos de temas, de força, de virilidade. O Brasil, apesar de tudo, é um país de alma extremamente livre. Ele conduz à criação, ele é conivente com os grandes estados da alma.



Jornal do Brasil
3,10, 17 de julho de 1971

Inclui nos livros de Clarice Lispector:
 Descoberta do Mundo” (Editora Francisco Alves 1994) e
De Corpo Inteiro” (Artenova, 1975)

Fonte: Tom Jobim